sábado, 17 de marzo de 2018

Cuaresma - Día 33 - La entrada en Jerusalén

En una semana celebraremos el inicio de la Semana Santa con el domingo de Ramos.  En los próximos días haremos un recogido de la última semana de Jesús dejando que los propios Evangelios cuenten la historia.  Al final de esta semana habrás leído directamente de la Biblia toda la Pasión de Cristo.  Al final ofrecemos una oración inspirada en el pasaje elegido y una canción.  



Hoy leemos Lucas 19:29-44:

29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,
30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.
31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.
35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.
36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino.
37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,
38 diciendo: !!Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!
39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
40 Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
42 diciendo: !!Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.


Señor, te agradezco por tu amor por la gente. Aún conociendo sus corazones, les has mirado con compasión y amor. Gracias porque me has mirado con amor. Bendito eres y bienvenido a mi vida. Te amo y quiero siempre alabarte con lo que soy. 

En tu nombre, Amén.


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